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LA ECONOMÍA de las gentes que habitaron el Portalón desde un principio se basaba en el pastoreo, la agricultura, y la caza en distintos grados según el momento, por lo que hay miles de restos de fauna doméstica y salvaje (vaca, oveja, cabra, caballo, perro, ciervo, jabalí, zorro, castor, lince y algunas aves) (Galindo-Pellicena et al., 2014a, 2014b, 2017a, 2019).

 

En los niveles de la Edad del Bronce Medio del Portalón, el número de restos de caballo es inusualmente alto si lo comparamos con otros yacimientos de su misma época. Las numerosas marcas de descarnado, golpes para fracturar los huesos y alteración por fuego, indican que el consumo de estos animales era muy intenso. Además, el perfil de mortalidad de los animales indica que la mayoría de ellos eran potros, lo que contrasta con lo que se evidencia en otros lugares donde los caballos se consumen a edades más avanzadas (Galindo-Pellicena et al., 2017a). Desconocemos las causas de esta singularidad en el Portalón, pero ya en su día Juan María Apellániz lo atribuyó a algún tipo de práctica ritual.

Desde el Neolítico y durante el Calcolítico y la Edad del Bronce, los usos y explotación de los distintos animales y sus productos secundarios (leche, lana, cuero …) ha ido variando (Galindo-Pellicena 2014a), así por ejemplo, en el Neolítico se explotaba mas la carne de los animales (producto primario) y menos los productos secundarios, cosa que cambia en el Calcolítico y durante la Edad del Bronce, donde estos últimos adquieren más relevancia. También el tamaño de los propios animales domésticos se va haciendo más pequeño debido a la selección artificial realizada por los humanos a lo largo del tiempo (Galindo-Pellicena et al, 2019).

 

Los análisis de ADN antiguo en restos animales están dando muy buenos resultados en el Portalón debido a la buena conservación que presentan los restos. El análisis paleogenético de restos vacas de nuestro yacimiento (Anderung et al., 2005) ha servido para corroborar antiguos contactos durante la edad del Bronce entre las poblaciones del Norte de África y las de la península a través del estrecho de Gibraltar.

 

El análisis genético de restos de Caballo de El Portalón ha contribuido al debate sobre posibles eventos locales de domesticación de estos animales en la Península Ibérica (Lira et al., 2010). Al parecer, los caballos de la Edad del Bronce del Portalón presentan haplotipos mitocondriales similares a los caballos Neolíticos de la península, que a su vez también están presentes en caballos ibéricos actuales. Esto sugiere una cierta “gestión” de los animales salvajes e incluso la incorporación de animales salvajes a las cabañas domésticas y un posible foco de domesticación local del caballo aquí en la península Ibérica.

 

En un trabajo muy reciente de ADN antiguo (Franz et al, 2019), los restos de El Portalón han contribuido a una investigación internacional de gran amplitud sobre el genoma de los cerdos domésticos en Europa. La evidencia arqueológica indica que la domesticación del cerdo se había iniciado hace 10.500 años antes del presente (BP) en el Cercano Oriente y que llegaron a Europa junto a los agricultores hace 8.500 BP. Nuestros resultados muestran que ya a finales del Neolítico (5,000 BP), los genes de aquellos cerdos domésticos introducidos en Europa se habían reducido a menos del 50%, y que este reemplazo genómico que se produjo a lo largo de tres milenios en Europa continental y fue el resultado de la hibridación con el jabalí europeo. Curiosamente, a lo largo de estos tres milenios, los humanos fueron seleccionando los caracteres propios de los jabalíes salvajes en contra de las características que traían los animales desde el próximo oriente. Una única excepción, el color negro del pelo, que si procede de allí.

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