En el año 1994, en la Sima de los Huesos de la Sierra de Atapuerca tuvimos el privilegio de encontrar una pelvis prácticamente completa, de hecho, la pelvis más completa y mejor conservada del registro fósil de la evolución humana y a la que apodamos cariñosamente “Elvis”. No fue fácil, pero una vez reconstruida ha tenido implicaciones científicas que entonces solo podíamos atisbar.
Tras su estudio detallado pudimos conocer aspectos muy interesantes sobre la anatomía corporal y la fisiología de estos humanos tan antiguos. La morfología pélvica de la población de la Sima es similar a la nuestra en muchos aspectos, pero se caracteriza por ser muy ancha y muy robusta.
A Elvis le hemos asociado un fémur y una tibia que nos permiten determinar su estatura en 170 cm y la tomografía axial computarizada y las reconstrucciones 3D nos han permitido incluso calcular el peso del esqueleto en algunos de estos individuos. Así, el peso corporal de Elvis sería de unos 100/105 kg. Es muy difícil encontrar hoy día un deportista que pesando alrededor de los 100 Kg mida menos de 180 cm. Lo más aproximado son jugadores/as de rugby o levantadores/as de peso. Esto significa que estos humanos tenían mucha mayor masa corporal que nosotros para una misma estatura y eran físicamente muy poderosos, tanto los hombres como las mujeres.
Durante la última década, los descubrimientos fósiles a nivel mundial han demostrado que dentro del género Homo existieron especies - algunas de ellas hasta hace bien poco - cuyo biotipo corporal era similar al de los primeros homininos, es decir, pequeños cuerpos de bajo peso, corta estatura y proporciones primitivas. Estas formas convivieron con otras cuyo tamaño era mucho más grande y cuyas proporciones corporales más similares a las nuestras. Nuestros estudios con los fósiles de la Sima nos han ayudado a proponer un modelo de evolución corporal para estas especies más grandes, en el que todas, excepto una, compartirían el mismo biotipo robusto que tiene “Elvis”. La excepción somos nosotros, los raritos, que tenemos un biotipo mucho más grácil, más “light”. Las básculas de nuestras farmacias que calculan el índice de masa corporal (relación entre el peso y la estatura), no les servirían de mucho a los humanos de la Sima, ya que la mayoría de ellos saldría con mucho sobrepeso. Pero cuidado, no era este el caso, solo eran distintos. Lo que para nuestros estándares serían cuerpos con sobrepesos galopantes en relación a su estura, para los humanos de la Sima (y los humanos arcaicos en general) sería más normal.
Eso sí, un cuerpo tan poderoso tiene su coste energéticamente hablando. Hemos calculado que un individuo como Elvis podría haber necesitado unas 4.500 kilocalorías diarias para poder vivir, lo que supone más del doble de lo que necesita la mayoría de nosotros, que nos bastamos con 1200-1400 Kcal/día. No es de extrañar por tanto que los humanos de la Sima, y sus descendientes los Neandertales, estuvieran especializados es cazar grandes mamíferos capaces de aportar grandes cantidades de carne. Y esta caza, hasta donde sabemos, debían realizarla seguramente al acecho y lanceando las grandes presas a corta distancia, para lo que no les venia nada mal un cuerpo tan robusto y poderoso como el que les caracterizaba.
En nuestra competencia con otras especies humanas robustas a lo largo del Pleistoceno Superior, el cuerpo grácil que nos caracteriza seguramente jugó un papel relevante en el hecho de que hoy seamos la única especie que queda del género Homo.
De haber participado con ellos en unos Juegos Olímpicos (estamos obsesionados con la competición y la superación de marcas físicas) me pregunto si hubiéramos ganado alguna vez una sola medalla de oro ….., aunque ahora que lo pensamos quizá si, …. ¡en la maratón!, aunque eso, es ya otra historia.