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La Sima de los Huesos es un lugar muy especial. En ella se acumularon hace 430.000 mil años (Pleistoceno medio) unos 28 cuerpos de la especie humana Homo heidelbergensis cuyos esqueletos luego se rompieron y mezclaron. Comparando con otros yacimientos de homínidos fósiles, la acumulación de restos humanos en esta sima es absolutamente excepcional. Junto a ellos hay huesos de osos y de algunos otros carnívoros. Es bastante corriente encontrar fósiles de estos animales dentro de las cuevas, pero no de seres humanos y menos de esqueletos enteros y de tantos individuos juntos. No hay restos de herbívoros y los huesos no muestran dentelladas de carnívoros que indiquen que fueran sus presas.

 

La hipótesis que defendemos para explicar tal cantidad de cuerpos en la Sima es que otros humanos acumularon intencionadamente allí esos cadáveres. Si así fuera estaríamos ante el primer signo de un tratamiento especial de los cuerpos sin vida, lo que implicaría que estos humanos de hace 430.000 años tendrían ya consciencia del significado de la muerte. Esta consciencia de la muerte se consolida con los neandertales, quienes enterraban a sus muertos y llega a su máxima expresión con el Homo sapiens y el desarrollo de rituales funerarios muy complejos.

 

Un único bifaz de cuarcita roja sin marcas de uso hallado en la Sima en 1998 podría interpretarse como un objeto ritual, posiblemente vinculado a alguno de los fallecidos. Esto indicaría de nuevo la existencia de una mente simbólica en estos humanos y aunque no todos los investigadores aceptan esta hipótesis, la Sima de los Huesos podría ser el primer santuario de la humanidad y ni los neandertales ni nosotros habríamos sido los primeros en ocuparnos de nuestros muertos.

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